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CAUSA ABIERTA

Afganistán: La guerra más prolongada y las lecciones de Vietnam

Afganistán: La guerra más prolongada y las lecciones de Vietnam

Vietnam es un trauma para la sociedad estadounidense.
Las dimensiones de ese fracaso militar y político, que dejó dos millones de vietnamitas muertos y cerca de 60.000 militares de Estados Unidos caídos, siguen resonando casi cuatro décadas después.
El conflicto duró poco más de ocho años (1964-73), en su momento de mayor intensidad involucró a más de medio millón de efectivos, dividió al país y tuvo efectos corrosivos en Washington.
Después de esa experiencia desastrosa, todo ocupante de la Casa Blanca es alertado sobre la "inminente vietnamización" del conflicto que le haya tocado pelear.
Y eso es, justamente, lo que le está sucediendo por estos días al presidente Barack Obama, mientras deshoja la margarita sobre qué hacer con las operaciones militares en la guerra que heredó en Afganistán.
El "Vietnam Soviético"
En enero, apenas llegado al poder, Obama ordenó una revisión de las políticas del Pentágono, estableció un cronograma para el retiro de Irak y dedicó nuevos recursos para Afganistán, que para entonces era considerada "una guerra olvidada".
Los asesores militares que el presidente envió para evaluar la situación le han dicho que tiene que aumentar las fuerzas si no quiere perder el conflicto en el mediano plazo.
Pero eso parece ir en contra de buena parte de la opinión pública y de muchos en el Partido Demócrata, includo el vicepresidente Joe Biden, quienes consideran inconveniente comprometerse más en una guerra que lleva ocho años sin resultados tangibles.
Para muchos es difícil justificar el apoyo al mandatario afgano, Hamid Karzai, cuyo gobierno es acusado de corrupto y sobre quien ahora hay dudas sobre la manera en que ganó las recientes elecciones.
Pero también está de fondo la experiencia de otros grandes poderes militares en Afganistán, como el Reino Unido entre los siglos XIX y principios del XX, Francia en la década de los años 50 o la hoy desaparecida Unión Soviética entre 1979 y 1989.
De hecho, para muchos analistas Afganistán fue el "Vietnam soviético", donde Moscú sufrió la muerte de 15.000 soldados y se vio forzado a una retirada en derrota.
Agonía
Hoy en Washington la "advertencia vietnamita" se reactiva en el caso de Afganistán.
La prensa y algunos políticos suelen alertar sobre los peligros que podrían enfrentar las fuerzas estadounidenses en guerras que no tengan estrategias claras de combate o de salida, y en las que existan posibilidades de "empantanarse" en medio de un conflicto interno.
Igual sucedió cuando Estados Unidos se involucró en Líbano (1982-84), El Salvador (1980-92), el Golfo Pérsico (1990-91), Somalia (1992-94), Haití (1994-96), Bosnia (1995-2004) o Kosovo (1999), aunque en ninguno de esos casos la experiencia terminó siendo comparable.
Es la misma preocupación que en 1965 expresaba -al regresar de una viaje a Vietnam- Henry Kissinger, entonces asesor académico del Departamento de Estado, cuando Vietnam aún no era sinónimo de desastre militar.
"Me impresionó mucho que nadie pudo decirme, incluso dentro de las más favorables perspectivas sobre la guerra en Vietnam, cómo va a terminar la guerra", escribió Kissinger en su diario, según cuenta en su libro de memorias "Los años en la Casa Blanca".
En 1973, ya como secretario de Estado, encabezó las negociaciones que pusieron fin a la participación estadounidense en el conflicto.
Lecciones de historia
De la historia y sus enseñanzas parece estar haciendo uso el presidente Obama, quien -según sus portavoces- terminó de leer "Lecciones del desastre", un recuento de las decisiones tomadas por la Casa Blanca en Vietnam, precisamente por las fechas de la visita de Kissinger.
Según dijo a la BBC el autor del libro, el analista político Gordon Goldstein, el momento actual "tiene reminiscencias de lo que el presidente Lyndon Johnson intentó hacer en 1965, cuando consideraba la mayor escalada en Vietnam".
Sin embargo, Goldstein cree que hay una gran diferencia porque "el contraste es que en 1965 estaban debatiendo sobre una cifra (de tropas). Analizaban el tamaño de la fuerza y no la estrategia", que es lo que estudia actualmente Obama.
En su entrevista con la BBC, Goldstein aseguró que la Casa Blanca puede sacar lecciones de la historia para evitar involucrarse en un conflicto sin clara estrategia de salida.
"Nunca desplegar recursos militares para fines no bien determinados. No usar poder duro o fuerza militar para lograr objetivos que no están bien delineados, claramente alcanzables o bien definidos".
El próximo año, la de Afganistán se convertirá en la guerra más prolongada en la historia estadounidense, desplazando justamente a la de Vietnam.
Encuestas de opinión difundidas a mediados de octubre indicaban que un 60% de los estadounidenses se oponía al aumento de tropas en Afganistán y que, para el 52%, la guerra había entrado en una situación "compleja" similar a la de Vietnam.
El jefe del Departamento de Encuestas de la cadena de televisión ABC, Gary Langer, mostró a la BBC datos comparativos sobre cómo la popularidad del presidente y la guerra de turno son curvas inseparables.
Langer se refería al caso de Lyndon B. Johnson, cuyas aspiraciones de un segundo mandato se frustraron por Vietnam, y al de George W. Bush, quien ya reelegido sufrió un grave deterioro de imagen con la guerra en Irak.
"Eso es de lo que tendrá que preocuparse Obama, porque Vietnam es simplemente sinómimo de algo pantanoso", aseguró Langer a la BBC.
Aquella consigna de "uno, dos, muchos Vietnam" que quería el Che Guevara para ahogar el poderío militar de Washington no se cumplió en el terreno, pero se terminó reproduciendo permanentemente en la mente de los políticos y los ciudadanos estadounidenses.

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