Blogia
CAUSA ABIERTA

Estaba cantado: las multinacionales quieren comprar la seguridad privada en Uruguay

Estaba cantado: las multinacionales quieren comprar la seguridad privada en Uruguay

El negocio de cuidar personas y bienes mueve al año más de US$ 80 millones entre unas 200 empresas vinculadas al sector; cuatro firmas extranjeras ya concentran 40% del mercado y van por más. El negocio de las empresas de seguridad sigue dando buenos dividendos en Uruguay -a pesar de leyes, decretos y nuevas obligaciones que modificaron la estructura de costos- y algunas multinacionales están a la pesca de firmas locales ya consolidadas. En los últimos tres años media docena de empresas uruguayas fueron adquiridas por compañías extranjeras y se asegura desde el sector que la cifra seguirá creciendo. En 2006 el grupo sueco Securitas compró el 100% del paquete accionario de las empresas Aseco y Proguard, pero por si esto fuera poco, en mayo del año pasado se hizo propietaria de otras dos empresas locales, Sats y Servicios de Seguridad.

A su vez, la española Prosegur compró a la empresa de seguridad electrónica Punta System (ubicada en Punta del Este) mientras la también española ISS, que además ofrece servicios de limpieza y catering, se quedó con la local Falcri.

El sector factura al año aproximadamente unos US$ 83 millones entre la seguridad física (vigilancia) y seguridad electrónica (monitoreo), dos de las principales áreas del rubro, a las que se debe sumar también el traslado de valores, que desarrollan solo cuatro empresas siendo Prosegur el principal proveedor de este servicio. De lo facturado por una empresa de seguridad, alrededor de 75% está destinado a pago de sueldos y otras obligaciones.

Se estima que unas 200 empresas están vinculadas al negocio de la seguridad en el país, desde aquellas que se encargan de la "simple" colocación de una cerca eléctrica o un GPS, hasta los proveedores de seguridad física, electrónica o traslado de valores. De la participación de mercado se desprende que las multinacionales han copado el sector. Prosegur, Securitas y Group 4 se llevan el 40% de la porción de seguridad física, mientras en seguridad electrónica el 60% del mercado se reparte entre Securitas, ADT, Prosegur, Segura y Gama, en ese orden.

Prosegur es la única que ofrece las tres unidades de negocio en Uruguay, convirtiéndose en la líder del mercado total de seguridad, seguido por Securitas y Group 4 (que solo ofrecen seguridad física y electrónica). El resto de las empresas del mercado son firmas locales pequeñas y medianas que en su mayoría abordan solo un área de negocio. El sector genera cerca de 15.000 puestos de trabajo. De ese total unos 13.000 son guardias de seguridad y el resto se reparte entre técnicos, ingenieros, vendedores e instructores. A su vez se calcula que en Montevideo hay unas 40.000 alarmas instaladas.

Domicilios particulares, edificios, comercios, casas financieras, grandes superficies, centros de salud, de enseñanza, o de esparcimiento, puertos, aeropuertos y hasta el Estado son algunos de los clientes que demandan seguridad privada. "La seguridad (física, electrónica y de valores) es un gran negocio que abarca todas las ramas de actividad económica que se desarrollan en el país. Queda muy poco por cubrir", asegura Susana Ferrara, presidenta de la Cámara Uruguaya de Empresas de Seguridad (CUES), que nuclea a los grandes jugadores del sector, entre ellos a las multinacionales.

LA OTRA CARA

De los 13.000 guardias de seguridad que prestan el servicio existe un porcentaje que roza la línea de pobreza y en muchos casos no cuenta con antecedentes laborales anteriores. "Nuestra fuerza laboral es un público al que le cuesta insertarse en el mercado de trabajo y por eso prueba en seguridad", explica Ferrara.

Esta situación genera un alto índice de rotación de personal y un alto costo para las empresas. El trámite para dar de alta a un funcionario tiene un costo de entre $ 4.000 y $ 6000. "Muchas veces hacemos el trámite, pagamos el ingreso, y el empleado dura tres días", explica el presidente de la Federación Uruguaya de Empresas de Seguridad, Agustín Pose, al tiempo que resalta que las empresas de seguridad hacen las veces de corrector social y permiten insertar al individuo dentro del mercado laboral.

A pesar de esto, los salarios son el talón de Aquiles del sector. Antes de los acuerdos salarios impuestos por el gobierno un empleado de seguridad ganaba $ 10,50 por hora trabajada. Actualmente, tras los consejos salariales la cifra creció a $ 31 por la hora, siendo uno de los sectores que tuvo mayor aumento.

Según Ferrara, actualmente la situación de alta rotación de personal está empezando a revertirse con la tendencia a la especialización. Si bien la seguridad física y la electrónica surgieron en tiempos distintos, y por momentos lucharon por una porción de mercado, desde el 2005 a esta parte se vende un servicio combinado y más especializado, explica la presidenta de CUES, para lo que se necesita un empleado más preparado.

A su vez, los propios clientes fueron exigiendo un mejor y mayor servicio a las prestadoras de seguridad. Hoy se demanda personal más capacitado, que interactúe con el público, atienda el teléfono o domine adecuadamente una computadora. "Hasta los requerimientos de los aspectos de los guardias han ido cambiando", reconoce Ferrara.

Esta nueva tendencia, asegura, mejorará la remuneración del empleado y generará más estabilidad dentro del sector. La informalidad es otro de los aspectos que las empresas de seguridad fueron puliendo con el tiempo. Según Ferrara, en sus comienzos el negocio era "un caos, con un montón de empresas fantasmas". El área se fue saneando a través de distintas medidas adoptadas por los gobiernos de turno.

Abrir una empresa de seguridad actualmente no es tan sencillo. Además de las obligaciones con la DGI y el BPS, se necesita la contratación de un seguro obligatorio de responsabilidad civil, el pago de una tasa anual al Registro Nacional de Empresas de Seguridad, el pago de una cuota por cada nuevo funcionario dado de alta, además de cursos de capacitación obligatorios y test psicológico. El País.

0 comentarios