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CAUSA ABIERTA

El New York Times opina que Roussef es una gobernante honesta y hay un intento de golpe de Estado

El New York Times opina que Roussef es una gobernante honesta y hay un intento de golpe de Estado

La editorial del New York Times, el diario de mayor circulación de Estados Unidos, periódico de referencia para todo el mundo, dedicó sus palabras a la situación política de Brasil, donde calificó a Dilma Roussef como una gobernante honesta que no trancó las investigaciones del “caso Petrobrás”, conocido también como “Lava Jato”. Para la columna editorial oficial del New York Times, la solución para Brasil no pasa por socavar a la democracia.

Brasil está por los suelos. La economía está en una recesión que se profundiza: El martes pasado, Moody’s bajó la calificación crediticia de Brasil a casi chatarra. Un enorme escándalo de corrupción que involucran a la compañía nacional de petróleo de Petrobras ha atrapado a decenas de políticos y hombres de negocios. La legislatura está en rebelión. El índice de popularidad de la presidenta, Dilma Rousseff, a menos de un año después de su reelección, se ha reducido a un dígito, y las protestas a nivel nacional del domingo reverberaron con llamadas para destituírla.

En toda esta turbulencia es fácil pasar por alto las buenas noticias: la fortaleza de las instituciones democráticas de Brasil. Para la resolución del caso de sobornos en Petrobras, los fiscales federales de una unidad especial de lucha contra la corrupción, del Ministerio Público, no han sido disuadidos por otros rangos o poder, dando un golpe a la arraigada cultura de la inmunidad entre las élites gubernamentales y empresariales. Ex ejecutivos de Petrobras han sido detenidos; el jefe ejecutivo del gigante de la construcción Odebrecht, Marcelo Odebrecht, se encuentra bajo arresto; el Almirante que supervisó el programa nuclear secreto de Brasil ha sido detenido, y muchos otros se enfrentan a un escrutinio, incluyendo el predecesor y mentor de Rousseff, Luiz Inacio Lula da Silva.

Aunque las investigaciones han creado enormes problemas políticos para Rousseff y han planteado preguntas acerca de su mandato de siete años como presidenta de Petrobras, antes de convertirse en presidente, admirablemente no ha hecho ningún esfuerzo para limitar o influir en las investigaciones. Por el contrario, se ha insistido siempre en que nadie está por encima de la ley, y ha apoyado un nuevo término para el fiscal general encargado de la sonda Petrobras, Rodrigo Janot.

Hasta el momento, las investigaciones no han encontrado evidencia de acciones ilegales por parte de ella. Y mientras que ella es, sin duda, responsable de las políticas y gran parte de la mala gestión que han establecido la economía de Brasil a la baja, estos no son delitos para un juicio político. Obligar a Rousseff a renunciar a la oficina, sin ninguna prueba concreta de irregularidades, haría un daño grave a una democracia que ha ido ganando fuerza durante 30 años sin ningún beneficio de equilibrio. Y no hay nada que sugiera que los líderes de las otrs alas harían un mejor trabajo con la economía.

No hay duda de que los brasileños se enfrentan a tiempos difíciles y frustrantes, y las cosas son propensas a empeorar antes que a mejorar. Rousseff también pasa por muchos problemas y por las críticas. Pero la solución no debe ser socavar las instituciones democráticas que son en última instancia los garantes de la estabilidad, credibilidad y un gobierno honesto.

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