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CAUSA ABIERTA

8 meses, 8 horas, 8 minutos...

8 meses, 8 horas, 8 minutos...

 Los restos del Gran Leandro Gómez fueron robados, hace 8 meses, del Museo de la Defensa, en Paysandú. 8 meses después ni la policía ni la Justicia, habían avanzado un paso.
 Un tiempo después del hecho, recibí un extraño llamado: "soy Daniel y se donde están los restos robados del Gral. Leandro Gómez".
 La persona me había elegido a mí, entre los 50 colegas del diario. Nunca supe por qué. El Director de La República Federico Fasano al ser enterado, dispuso que mi colega Marcelo Falca se hiciera cargo del caso, porque estar yo asignado a otra área periodística.
 Falca inició los contactos -manteniéndome informado- para conseguir la devolución de los restos y si era posible encontrar al autor del hecho.
 Se logró que quien tenía los restos entregara parte de ellos y se dio noticia de eso, concurriendo, ante la Justicia en Paysandú el Director Fasano y el periodista Falca entregando todo al Juez de la causa.
 Luego todo resultó más largo, difícil, y ahora vemos que también peligroso.
 En investigación periodística de este caso, estuvimos a punto de morir, a manos de la policía uruguaya, que nos confundió con delincuentes.
 La Republica hizo lo que no pudo ni la Justicia, ni la Policía, pero sufrimos las consecuencias. Fuimos apresados, aislados, presionados e interrogados por policías de inteligencia, con quienes creíamos tener una coordinación.
 La Republica estuvo pasándoles toda la información para ubicar al autor del hurto de los restos del Gral. Leandro Gómez, aunque no de la fuente periodística que fue respetada hasta las ultimas consecuencias.
 La Republica informó a la Justicia y a la Policía de como se avanzaba, en la ubicación de los restos y del posible autor del robo, de nada valió.
 Al parecer ni la Justicia ni la Policía pudieron hacer nada -durante 8 meses- para hacer lo que hicieron finalmente, 2 periodistas en 8 horas, luego de llegar solos, a la ciudad de Paysandú.
 En esos 8 meses se mantuvo siempre informada a la policía y a la Justicia de los avances del caso, ya que al ser un delito, no se debe ocultar información.
  Los periodistas de La Republica, pasamos a ser delincuentes detenidos por orden del Juez Penal de Paysandú, aunque siempre estuvimos nombrados hasta en los celulares revelados para que Inteligencia pudiera saber que hacíamos y donde estábamos.
Se logró la recuperación de los restos del Gral Leandro Gómez y la captura de quien los tenía, pero en circunstancias inusuales como ya relataré.
 Mi compañero Marcelo Falca y yo, Albérico Barrios, fuimos rodeados por 7 hombres de la inteligencia policial, en plena ruta 3, cuando en la última escena de esta investigación periodística in situ, estábamos a punto de recuperar los restos históricos del héroe de la Defensa de Paysandú.
 Todo el día estuvimos haciendo los contactos en Paysandú -seguidos por Inteligencia policial- y cuando cerca de las 5 de la tarde (8 horas después de llegar) nos acercamos al auto donde estaba el tenedor de los restos buscados, nos cercaron, nos apuntaron con sus armas automáticas, nos gritaron, nos cachearon, nos revisaron, y nos llevaron incomunicados, a Investigaciones de Paysandú.
 Nadie nos informó por qué, para qué, o con qué motivo éramos detenidos.
El jerarca a cargo no se presentó ni identificó, hasta horas después y solo ante el pedido mío.
 Al llegar a Investigaciones de Paysandú fuimos aislados completamente.
 En lugares separados mi compañero Falca y yo, tuvimos que entregar todas nuestras pertenencias, y cuando digo todo incluyo algo insólito, mi prótesis dental.
 En la oscuridad y el silencio de nuestra reclusión pensábamos... ¿qué hicimos? Nadie nos respondía nada. "Están incomunicados nos decían".
Nadie se apersonó a informar cual era nuestra situación.
 Yo soy sano aún -a pesar de mis 58 años- pero Falca varios años más joven, tiene algunos problemas de salud. Nadie nos dio alimento por más de 24 horas, por lo que una persona diabética por ejemplo en esas circunstancias, de aislamiento y falta de alimentos, puede morir.
 El reconocimiento médico de rutina fue un desastre. Nos llevaron a las 4 de la mañana a Salud Pública de Paysandú. Sin comer, sin higienizarnos, separados y muertos de frío y hambre donde estaba una persona que parecía ser doctora.
Sin presentarse ni tener cartel a la vista, -ni siquiera usaba tunica sino una ropas más propia de una salida de fin de semana- me preguntó fríamente sin acercase ¿le pasa algo?.
 Me quedé sin saber que decirle y me ordenó levantarme el buzo y mostrarle parte del pecho y espalda, inmediatamente sin acercarse ni auscultarme me dijo esta bien, váyase.
 La policía tenía los restos robados de Leandro Gómez pero el Juez no levantó la incomunicación.
 Estuvimos -sólo con agua- en un lugar inhóspito, sucio y allí pasamos la primera noche de invierno, sentados en una silla, sin comida ni calor, durante más de 24 horas. Nosotros que somos públicamente conocidos, registrados e
Identificados como periodistas ya que ambos teníamos en nuestro poder el carné correspondiente del diario La Republica, igualmente en 8 minutos pasamos de ser, de periodistas en misión, a ser acusados de varios delitos.
 Estuvimos más de 24 horas incomunicados, aislados del mundo, mantenidos solo con agua, sin alimentos, ni higiene por orden del Juez de Paysandú.
 Sin ninguna explicación de la situación legal en la que estábamos, finalmente, fuimos llevados como delincuentes al Juzgado de Paysandú.
 Allí fuimos introducidos por la puerta de los delincuentes y metidos en un lugar separados el uno del otro, con un guardia en la puerta.
 Hubo otros detalles como los excesos cometidos contra los demás involucrados, pero al parecer el centro de la acusación era contra el que tenia los huesos y los 2 periodistas que lo habían encontrado.
 La estancia en el Juzgado de Paysandú estuvo plagada de errores de todo tipo.
Estos errores -incluyendo la propia disposición de las dependencias del edificio de la sede judicial.
 Se violó el aislamiento de los detenidos, que pasan conducidos por la policía -rumbo al despacho del Juez- por frente la gente, testigos, y prensa, algo inadmisible e inaceptable de acuerdo a las disposiciones vigente en Uruguay.
 Este solo hecho, pueden anular todo el procedimiento, especialmente en el caso de los demás involucrados lateralmente en el caso a quienes se condujo a la vista rompiendo la reserva de su identidad.
 La excusa era la falta de espacio, en la ínfima sala de audiencias habitual.
 La audiencia judicial tuvo uno de los errores más comunes en la Justicia del Uruguay. Nadie le informa al detenido indagado o testigo, quien es quien allí. Los únicos que hicieron lo correcto fueron los 2 abogados asignados por La Republica, y el Fiscal Dr. Rivas.
Ellos 3 se presentaron y a su manera informaron lo que sabían, que era poco.
 El Juez entró en la mitad del interrogatorio por el funcionario receptor. Con las manos en los bolsillos apenas murmuró un buenas tardes...luego empezó las preguntas sin decir quien era. En su escritorio no había ni un misero cartel, indicando el nombre del Magistrado.
La bandera uruguaya que debe estar en la sala, lucia arrinconada y casi invisible contra una ventana, como avergonzada.
El interrogatorio fue caótico con preguntas del Fiscal, de la Defensora Pública, de los abogados de particular confianza de La Republica que nos defendían y hasta el propio receptor judicial al ver que las autoridades preguntaban en círculos, intercaló algunas preguntas aclaratorias.
 Tuve que preguntarle al Juez si conocía las circunstancias de aislamiento que la policía nos había impuesto, sin comida, abrigo o higiene además de incomunicación. El Juez admitió "No fui informado de eso".
La cabeza no sabe lo que hizo su mano derecha.
 Luego de 40 horas fuimos declarados sin culpa ni responsabilidad alguna los 2 periodistas y se proceso por 2 delitos (estafa y encubrimiento) al tenedor de los restos del Gral. Gómez, que le fueron incautados antes de que los entregara a los periodistas de La Republica.
 El Fiscal Rivas -en una vista que le entregó al Juez-, expresaba que no encontraba delito alguno en el accionar periodístico, y por tanto no pedía el procesamiento tal como parecía buscarlo el Juez.

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