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CAUSA ABIERTA

"La niña de la calle" cuyos cuadros viajan por medio mundo

"La niña de la calle" cuyos cuadros viajan por medio mundo

Lita Cabellut, la artista española más cotizada en el mercado del arte, pasó su infancia sobreviviendo en las calles de Barcelona, pero actualmente trabaja en su estudio de Holanda preparando exposiciones que viajan por medio mundo, dos de ellas a Coruña y Cataluña en 2017.

Esta gitana de ojos vivarachos y verbo rápido es prácticamente desconocida en España, pero entre julio de 2014 y junio de 2015 fue la artista española que más vendió en el mercado del arte, según la revista especializada Artprice.

Concretamente, se pagaron algo más de 554.000 dólares (unos 493.000 euros) por 12 de sus trabajos.

Nacida en Sariñena (Huesca), la trasladaron a Barcelona cuando era un bebé.

"Allí me crié con mi abuela, pero después pasé una temporada en la calle mientras mi madre tenía un bar de alterne", relata a Efe en su estudio de La Haya.

Su infancia recuerda a la de un personaje de una novela de Charles Dickens que hubiera tenido como escenario la Ciudad Condal de finales de los años 60.

"En esa época no fui a la escuela, yo era una niña de la calle como otros muchos. Hacía trabajitos para las prostitutas, ellas me daban dinero para que les comprara paquetes de cigarros, bocadillos, preservativos, pendientes... y yo me quedaba con el cambio. Muchas veces dormía en la calle", explica.

Terminó en un orfanato, donde pasó dos años hasta que una familia la adoptó. Ese cambio le salvó la vida, como ella reconoce, pero también significó un giro de 180 grados en su mundo.

"Por ejemplo, sabía robar muy bien, pero eso ya no me servía. Decía muchas palabrotas, ya no podía. Sabía comer con las manos mejor que nadie, ya no debía. Todo lo que había aprendido para sobrevivir, todo eso tenía que desaparecer", relata.

Años más tarde, una visita al Museo del Prado la llevó a descubrir su pasión por la pintura.

Recuerda que le impresionaron "Rubens y Velázquez por su belleza y magnitud, pero Goya me asustó porque lo entendí, porque sabía de qué estaba hablando, porque había vivido el delirio de su obra en la calle".

A los 19 años se trasladó a Amsterdam para estudiar en la academia Gerrit Rietveld, donde estuvo solo tres años.

Allí empezó con la pintura minimalista y después siguió con la abstracta.

"Poco a poco comencé con el realismo, pero desde la abstracción. Pintaba figuras sin caras, solo los cuerpos, y después empezaron a surgir los rostros muy tímidamente, y con ellas los personajes", explica.

La especialidad de Lita Cabellut son los retratos.

Por sus pinceles han pasado figuras como Coco Chanel, Charles Chaplin o Frida Kahlo, pero también personas consideradas "feas".

"Gente con orejas o narices muy grandes. Todo que lo que nosotros damos por bello o atractivo es en realidad una gran fantasía nuestra, una ilusión. Intento enseñar lo que hay debajo de la piel, lo que nos cuesta enseñar por prejuicios, timidez o miedo".

Lita Cabellut habla de su trabajo con la decisión de un quijote al que el reconocimiento le ha llegado en los últimos años, pero que lleva luchando contra molinos toda su vida.

Ahora el éxito le sonríe, pero tuvo épocas en las que más que vivir, sobrevivía.

"A veces alguien me pagaba la luz y yo a cambio le hacía un cuadro, o me quedaba en casas 'okupas' porque no podía pagar un alquiler", explica.

El reconocimiento le ha valido para emplear a gente.

"Ahora tengo cuatro personas que me ayudan en el estudio. ¿Antes? Lo hacía todo sola y me podía pasar 18 horas seguidas trabajando, pero creía tanto en mi arte que me valía la pena. Todo lo que es bueno tiene pasión, y la pasión sin dolor, sin dudas y sin confusión no existe", relata.

Sus obras han pasado por lugares tan lejanos como Londres, París, Singapur o Dubái.

En octubre de 2017 regresará a España con dos exposiciones que coincidirán en el tiempo: una en la fundación Vila Casas de Barcelona, donde hará una retrospectiva de su trabajo, y otra en el Museo de Arte Contemporáneo MAC de A Coruña, donde reconstruirá su estudio de La Haya.
EFE

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