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CAUSA ABIERTA

Valentino, el primer bebé cuya gestación pagó el Estado en Uruguay

Valentino, el primer bebé cuya gestación pagó el Estado en Uruguay

Con la cabeza apoyada sobre el hombro de Eduardo, su pareja, Karina miraba por la ventana del 175 de Cutcsa que los llevaba de regreso a su casa en Las Piedras, una mañana húmeda de invierno. Aunque lo único que tenía ganas de hacer era llorar, se concentraba para aguantar las lágrimas.

Todavía no le habían dado el resultado de su examen, pero sabían que cualquier esperanza de quedar embarazada era tan gris como ese 31 de julio. Eduardo le agarraba las manos con la misma fuerza con la que la había acompañado durante los últimos dos años, que estuvieron colmados de tratamientos y estudios que tenían como único objetivo que pudieran empezar a formar una familia.

Sonó su celular. Karina vio que era una llamada de la clínica de fertilidad donde se había hecho el tratamiento de fertilización in vitro, el primero financiado por el Fondo Nacional de Recursos (FNR) por la ley que fue aprobada en 2013 y reglamentada en febrero de este año, informó el programa No Toquen Nada de Océano FM.

"¿Estás sentada?", le preguntó la secretaria de su médico. "Sí, en un ómnibus volviendo a mi casa", respondió ella con pocas ganas. "El médico quiere hablar contigo". Karina estaba segura que la llamada no era por buenas noticias. "Karina, ¿vos estás tomando la medicación? Porque vas a tener que tomarla por un tiempo más", le dijo su médico. "¿Por cuánto tiempo más?", preguntó ella, cansada. El doctor se dio cuenta que Karina no estaba entendiendo lo que quería decirle: "¡Estás embarazadísima!".

Largo proceso
Una operación de apendicitis a los 18 años fue la responsable de que Karina no pudiera quedar embarazada a los 36, cuando con Eduardo empezaron a probar suerte. Tenía las trompas de Falopio obstruidas, se realizó una laparoscopía para destaparlas y comenzó un tratamiento de estimulación de los ovarios en una clínica privada. "Pagamos las consultas, nos dieron medicación y nos dijeron cuándo concebir. Y no quedamos", contó a El Observador.

A eso se le sumó una inseminación artificial, que también tuvieron que pagar. La mutualista donde se atienden en Las Piedras les dio la medicación aunque la ley de reproducción asistida no estaba reglamentada aún. Eso les permitió seguir adelante con el tratamiento que, de nuevo, tuvo un resultado negativo.

Con otro examen de por medio, Karina y Eduardo se enteraron que las trompas de Falopio se habían vuelto a obstruir. La única alternativa era la fertilización in vitro. El tratamiento les costaba US$ 12 mil y llegar a esa cifra era imposible.

"Sentía frustración, impotencia, bronca. Además, es un tratamiento que no te asegura tener un hijo", dijo Karina.

Ambos pensaron en endeudarse varios años para pagar el tratamiento. Primos, padres, hermanos y tíos analizaban cómo ayudarlos. Si cada uno ponía algo, llegaban a la cifra. La pareja lo pensó durante dos o tres días, hasta que no quisieron analizarlo más: no iban a hacer el tratamiento. La única esperanza que les quedaba era la ley de reproducción asistida, que todavía no se había reglamentado.

Karina tiene 38 años y Eduardo 40. Se conocieron en un partido de fútbol y hace cinco años tuvieron su primera cita en el Saroldi, el estadio de River Plate. Eduardo tiene un hijo de 13. Se mudaron a una casa en Las Piedras de la que todavía pagan la hipoteca. A ese gasto fijo se le suma el de transporte: él trabaja en Canelones y ella en el barrio Cordón. Durante un tiempo, apenas llegaba a trabajar prendía la computadora y lo primero que hacía era abrir la página web del FNR para ver si había novedades sobre la financiación de los tratamientos.

El Fondo Nacional de Recursos recibió 348 solicitudes para tratamientos, de los cuales se aprobaron 166 y se reprobaron 12.

En marzo de este año volvieron a la carga. El ginecólogo que la atendió en su mutualista le dijo que estaban por formar una clínica de fertilidad. Le dio una orden y sacó número: el uno, de la primera consulta. El 15 de abril se atendió con un especialista en fertilidad y a partir de ahí comenzaron los trámites para que el FNR les financiara el tratamiento de fertilización in vitro. Hacía dos meses que la ley estaba reglamentada.

A fines de mayo, Karina fue al FNR a entregar los formularios. Los exámenes que se presentan no pueden tener más de seis meses. Sumado a eso y a los formularios que llena el médico, se debe entregar una declaración a la DGI que se descarga de su página web o de la del FNR. "Te felicito. ¡Sos la primera!", le dijo una funcionaria.

De las solicitudes aprobadas, 90% está en pleno tratamiento. Hay 69 solicitudes pendientes por razones médicas y 29% por razones administrativas.

Por los copagos que están establecidos en la reglamentación –que se calculan según los ingresos de la pareja- Karina y Eduardo tuvieron que pagar $ 81 mil, en lugar de US$ 12 mil. El dinero se debe depositar en una cuenta del Banco República a nombre del FNR, al contado y tuvieron que pedir un préstamo.

La pareja comenzó el tratamiento el 6 de julio. El día que le implantaron los embriones, Karina perdió, nuevamente, toda esperanza. "Yo me quería ir, no quería saber de nada. Vi los embriones y eran horribles", dijo.

El 31 de julio, aquel día gris y húmedo en el que miraba por la ventana del ómnibus, el sol salió para Eduardo y Karina: el tratamiento había funcionado. Una amenaza de aborto la dejó en cama durante 40 días. No pudo volver a trabajar y prácticamente no sale de su casa. Pero nada de eso le importa: después de exámenes, tratamientos, mucho apoyo de su familia y ecografías que mostraron que todo estaba bien, Karina y Eduardo, finalmente, esperan ansiosos a Valentino.

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