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CAUSA ABIERTA

El taxista que paralizó a Inglaterra: asesinó a 12 personas y dejó a 25 heridas en su último viaje de la muerte

El taxista que paralizó a Inglaterra: asesinó a 12 personas y dejó a 25 heridas en su último viaje de la muerte

Derrick Bird, un taxista de 52 años, asesinó esta mañana a 12 personas y herido a otras 25, tres de ellas de extrema gravedad, antes de poner fin a su vida, según ha confirmado la policía de West Cumbria, una tranquila región rural y antiguo centro minero en la costa oeste del norte de Inglaterra. La matanza empezó poco después de las 10.30 de la mañana, cuando Bird disparó contra un taxista en Duke Street, una de las calles principales de la población portuaria de Whitehaven. La policía ha afirmado que desconoce si la matanza fue un acto premeditado o Bird eligió a sus víctimas al azar. Los rumores entre la población señalan que Bird, un hombre tranquilo y solitario pero popular que desde hace más de 20 años trabajaba como taxista, tuvo anoche un altercado con otros compañeros, lo que hace pensar que su primera víctima no fue elegida al azar pero probablemente las demás, o muchas de ellas, sólo tuvieron la desgracia de cruzarse en su camino. Alan Hannah, de 68 años, pudo ver al agresor, según explicó al diario The Whitehaven News. Sus declaraciones han sido reproducidas por el diario The Guardian. "Cuando giraba justo al pasar la comisaría de policía vi a todos aquellos agentes de policía corriendo y me dí cuenta de que estaba pasando algo grave y me aparté para no obstruir el paso. Luego vi un coche parado en el semáforo. Vi a un hombre con una larga escopeta y con el cristal de la ventanilla roto. Me salté el semáforo y me metí en Lowther Street para salir de allí. Llegué a casa sano y salvo pero temblando". Durante tres horas Derrick Bird viajó primero en un Citroën Picasso y luego en otro vehículo por varias poblaciones de la zona, en dirección al sur desde Whitehaven, hacia el hermoso distrito de los Grandes Lagos. Dejó un rastro de 30 escenarios de disparos con al menos dos armas, ambas en poder ya de la policía. Al final huyó a pie, hasta que decidió pegarse un tiro a si mismo en un bosque cercano a la población de Boot, en los Grandes Lagos. La policía encontró su cuerpo a la 13.40 locales y está convencida de que se suicidó.
Durante esas tres horas reinó la confusión en la zona, con llamamientos de la policía a la población para que se encerraran en sus casas o permanecieran cobijados allí donde estuvieran, en tiendas, bares, fábricas u oficinas. Y, sobre todo, que no se enfrentaran al asesino si le veían, que se limitaran a llamar a la policía. "La policía me llamó directamente para decirme que el pistolero venía hacia esta zona", ha explicado a la BBC Sean King, responsable del pub The Boot Inn, en Boot. "Enseguida vimos multitud de coches de policía yendo hacia el valle y también varios helicópteros", añadió. Y explicó la tensa espera en el interior del pub, lejos de las ventanas, siguiendo los acontecimientos por televisión con el sonido de fondo de los helicópteros y el temor de que el fugitivo acabara llegando. La noticia de su muerte fue recibida con alivio.
La confusión duró aún varias horas más. La policía no quiso dar cifras de víctimas durante varias horas, confundiendo incluso al primer ministro británico David Cameron, que mencionó que había habido "al menos cinco muertos" en su comparecencia de los miércoles en los Comunes a las tres de la tarde.
Al final serían 12 los muertos y el temor de que alguno de los heridos pueda fallecer o que se pueda encontrar aún algún cadáver más en el campo. La matanza se asemeja en magnitud a las dos más grandes que ha vivido el Reino Unido. En marzo de 1996, Thomas Hamilton, de 43 años, asaltó una escuela en Dunblane (Escocia), matando a 16 niños y sus maestros e hiriendo a otros 13 niños y tres maestros antes de quitarse la vida. En agosto de 1987, Michael Ryan, de 27 años, mató a 16 personas e hirió a otras 15 en Hungerford (Berkshire) vestido con ropas militares de camuflaje y armado con un rifle automático y una pistola. La masacre de Dunblane condujo a una amnistía generalizada durante la que fueron recogidas cerca de 23.000 armas y se promulgaron nuevas leyes que prohibieron la tenencia de armas de fuego por parte de civiles e impuso que la posesión de otras armas requirieran un certificado policial.

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