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CAUSA ABIERTA

Viajaba en un ómnibus rumbo a Buenos Aires y quedó parapléjico pero para la justicia uruguaya no hay responsables

Viajaba en un ómnibus rumbo a Buenos Aires y quedó parapléjico pero para la justicia uruguaya no hay responsables

En la madrugada del 7 de abril de 2000, la vida de Nicolás García, por entonces un joven de 22 años, cambió para siempre en cuestión de segundos.
Un camión que cargaba leche se incrustó en el ómnibus en el que viajaba rumbo a Buenos Aires, y el paseo prometido se convirtió en una pesadilla que se extendió por cuatro meses. Ese fue el tiempo que demoró Nicolás en abandonar las diversas salas de hospital por las que tuvo que transitar.
Poco antes del fin de esa etapa, Nicolás fue consciente de un hecho que inauguraría otra, quizá la más importante de su nueva vida: el accidente había dañado su médula y ya no volvería a caminar. Aun así, no perdió la esperanza y comenzó un periplo por varios países, en los que logró recuperar el 20% de su movilidad. "Desde entonces tuve que afrontar una nueva vida con miles de dificultades económicas o de infraestructura en mi casa. En las primeras épocas, para bañarme tenía que arrastrarme por el piso", recuerda, entero a pesar de todo. Por entonces, decidió demandar a las dos empresas que se vieron involucradas en el choque. Allí comenzó un periplo que ya lleva diez años.
Seguridad cuestionada
El accidente que dejó a Nicolás al borde de la muerte fue tristemente célebre. Viajaba a bordo de un ómnibus de la compañía argentina General Belgrano por los accesos a Montevideo y, en el cruce con Carlos María Ramírez, un camión de la empresa Pedro Bonelli, que transportaba leche para Conaprole, chocó contra una baliza que, supuestamente, habían tirado desde el puente del arroyo Pantanoso. Una vez que el chofer perdió el control del vehículo, cambió de senda, tiró una columna de UTE y embistió al ómnibus. Según Nicolás, murieron tres personas a causa del choque, aunque su abogada, Gianna María Zarrillo, desconoce la cifra exacta de fallecidos y lesionados. Sí sabe que, desde que Nicolás comenzó el juicio por daños y perjuicios, se le sumaron otras ocho demandas que alargaron el proceso.
La demanda a la empresa Pedro Bonelli se basa en que fue un camión de esta firma el que se incrustó contra el ómnibus; la presentada contra General Belgrano se debe a que "todo vehículo de transporte de pasajeros debe tener seguro obligatorio para mercadería y pasajeros", explicó Zarrillo. De cualquier modo, el tema no es sencillo. "No hay una norma expresa sobre causales de exoneración, es decir, que establezca en qué casos el transportista no debe responder sobre lo que les ocurre a los pasajeros mientras viajan", dijo la profesional. En cambio, sí se establece qué pasa en el transporte de cosas: se exonera de responsabilidad ante casos fortuitos, de fuerza mayor o cuando es la víctima la causante del hecho. "Hay un gran vacío legal, pero la jurisprudencia indica que el transportista se obliga a llevar a la persona sana y salva", dijo la abogada.
En este caso, la empresa argentina, asegurada por el Banco de Seguros del Estado ­al igual que Bonelli­ alegó que la culpa fue del camionero, por lo que no debe responder. Bonelli, en tanto, sostuvo que el culpable fue el que arrojó la baliza.
El juicio penal determinó que no había responsables en el caso. En cuanto a la demanda civil por lesiones, daño emergente (gastos en fármacos, traslados, sondas y pañales que debe afrontar Nicolás) y lucro cesante (el demandante tuvo que dejar de trabajar muy joven) por más de 100.000 dólares, el juez Alejandro Recarey la desestimó, junto con las otras ocho. En su fallo, emitido el 5 de abril, consideró que no hay responsables. Sostuvo que el camionero no tenía otra maniobra para hacer, asumiendo que le tiraron la baliza justo antes del impacto. Para Zarrillo, no obstante, en este caso hay claros responsables.
Un siniestro famoso
La prensa recogió el accidente con avidez y enseguida trascendió que quienes habían tirado la baliza lo hicieron para robar en los vehículos accidentados. Un grupo intentó saquearlos. En un primer momento sus integrantes admitieron haber tirado la baliza, pero luego lo negaron ante el Juzgado y afirmaron que sus dichos se debieron al apremio físico que sufrieron de parte de la Policía.
Lo cierto es que "nadie pudo comprobar si habían tirado la baliza justo en el momento del accidente o tres horas antes", afirmó Zarrillo. Los peritos comprobaron que el elemento arrojado había dejado marcas en el pavimento, lo que demostró que no había caído sobre el camión, como trascendió en la prensa. También descubrieron que este último vehículo venía a más de 90 km/h, cuando el máximo permitido en ese lugar es de 80. "Llevaba 15.000 litros de leche. Los técnicos de Conaprole dicen que no debería ir a más de 60 km/h, y menos en una zona densamente poblada, de noche y lloviendo", dijo la abogada.
Zarrillo agrega que, dado que no se sabe en qué momento la baliza fue arrojada, no puede decirse que su presencia produjo el choque. Asegura que el camionero tenía muchas maniobras para hacer, pero eligió la peor. Los peritajes comprobaron que no intentó frenar. "Es un conductor profesional y tiene responsabilidades que asumir", resumió. En cuanto a la responsabilidad que le cabe a General Belgrano, concluyó que "ha habido miles de sentencias en las que el transportista debe indemnizar".
El joven y su abogada apelarán antes del 27 de abril. Pueden pasar varios meses hasta que el tribunal se expida. Mientras tanto, Nicolás, que hoy vive con una pensión de 4.400 pesos, exige "justicia". "Esto va más allá de mi caso. Tengo mucha bronca porque este fallo crea un precedente: nadie está del todo seguro si viaja en ómnibus", sentencia. "Uno queda en silla de ruedas y te dicen 'andá y encará la vida como puedas".

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