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CAUSA ABIERTA

Los pingüinos, un milagro navideño

Los pingüinos, un milagro navideño

El Abu Dhabi Mall es un enorme complejo comercial que ocupa una manzana, con 220 tiendas distribuidas en tres niveles, que por estas fechas recibe a sus visitantes con una decoración cien por ciento navideña, algo que contrasta en medio del desierto del Golfo Arábigo. Lo más atractivo es una aldea nórdica con cabañas de madera con sus techos nevados, donde además de muñecos de nieve colgantes, un buzón para que los niños envíen cartas a 'Santa' (Claus), tal cual reza, y la presencia de éste en algunos horarios, destacan varias figuras de pingüinos imperiales, todos ellos subidos en el techo de un iglú con forma de paralelepípedo. Pero, la primera pregunta que nos asalta es ¿qué hacen estas aves australes por estas latitudes, y además en tanto iconografía navideña?
Todo esto llama la atención en un país de confesión islámica. A diferencia de otras naciones no cristianas como Japón, por ejemplo, donde el sincretismo entre budismo y animismo, unido a cierto esnobismo, estimula que desde el mes de noviembre en los centros comerciales sólo se escuchen villancicos por la megafonía y la decoración específica supere a la de muchas otras occidentales con tradición navideña. "Este es un país musulmán, pero muy abierto y tolerante. Además, aquí viven y trabajan muchos cristianos", explica con satisfacción un lugareño, quien luego acepta que esta decoración en un lugar de estas características "también tiene una finalidad comercial".
El iglú con forma de tetraedro desafía por completo las reglas de la tradicional arquitectura en hielo de los esquimales, pero para los 'pájaros bobos' tiene sus ventajas. Mientras que en un iglú semiesférico, como normalmente los conocemos, apenas cabría un solo pingüino en el 'punto cenital' y a duras penas podría mantener el equilibrio, en cambio, en este otro, para el que su diseñador seguramente se inspiró en la obra de Le Corbusier, una decena de éstos se despliega en diferentes posiciones y actitudes sobre una especie de azotea, en la que se pueden mover, alternar, y otear el horizonte, a salvo de potenciales enemigos.
Según uno los mira con más atención, los pingüinos parecen cobrar vida y para nada extrañaría que en cualquier momento salten de su techo y se lancen a una loca carrera por los pasillos del 'mall', anchos como avenidas, sembrando el pánico entre los viandantes. O, inspirados en el Mundial de Clubes de fútbol que tiene lugar en Abu Dhabi en estos días, aprovechen alguno de los amplios espacios vacíos para improvisar un original 'picado' de fútbol sala, cinco contra cinco, a condición de munirse de chalecos de diferentes colores para evitar confusiones, puesto que de porte y cara son casi idénticos.
Eso sí, ninguna foca tendría la suficiente destreza como para hacer bajar contra su voluntad a los pájaros de su improvisado atalaya, y las orcas están lejos en aguas más frías que las del Golfo.
Ni siquiera la inopinada aparición de un oso polar podría molestarlos. Un soso chiste con pretensiones enciclopédicas, típico de los años escolares, decía: "¿Por qué en el Hemisferio Norte no hay pingüinos?... Porque se los comerían los osos polares". Como chascarillo es malo, sin embargo invita a una reflexión, y es que estos pingüinos tan reales de Abu Dhabi no están desubicados, sino que aquí, entre mar, desierto y nieve artificial, constituyen un verdadero milagro de Navidad.
Por supuesto, tampoco faltará algún escéptico pragmático que afirme que los petrodólares todo lo pueden, y por ende también atraen hasta a los pingüinos.

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