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CAUSA ABIERTA

Conozca algunas de las afecciones más comunes de sus arterias

Conozca algunas de las afecciones más comunes de sus arterias

De ellas se acuerda la gente cuando se obstruyen, se rompen o se desgarran y dejan sin oxígeno a los órganos que irrigan. Corazón y cerebro, los más afectados.
Las arterias son como el acueducto que lleva sustancias útiles a todo el organismo, incluido el oxígeno. Ellas son la parte más importante del sistema de transporte de la sangre. En un momento dado, el 15 por ciento de toda la sangre del cuerpo está contenida en estos vasos. Ellos tienen gruesas paredes musculares que a su vez se adaptan a la presión del líquido que circula en su interior.
Se sabe que después de cada latido del corazón a las arterias entra un gran flujo que las dilata; cuando pasa, se reducen, en contracciones rítmicas que, en esencia, son sinónimo de vitalidad y buena salud. Pero no siempre funcionan. Muchos factores hacen que pierdan su capacidad.
¿Tienen más funciones?
Cada vez se le encuentran nuevas funciones vitales a las arterias. Por ejemplo, sus paredes internas forman el endotelio. Este produce sustancias que garantizan la vitalidad de estos vasos y además hacen que se dilaten o se aprieten, según la necesidad. Otras impiden la formación de coágulos y de trombos que pueden ser peligrosos.
¿Las arterias se enferman?
Sí. Sus enfermedades pueden aparecer desde muy temprano, incluso pueden encontrarse daños en niños pequeños. La enfermedad más frecuente es la arterioesclerosis, que es el endurecimiento y la pérdida de elasticidad por depósito anormal de grasas, células, y minerales en sus paredes. Esto las va obstruyendo, de manera progresiva, impidiendo que la sangre llegue de manera adecuada a los órganos. También se pueden enfermar por efecto de sustancias externas o microorganismos que ingresan a la sangre y afectan sus paredes. También pueden ser víctimas de lesiones por trauma o inflamaciones por otras enfermedades.
¿Cuáles son los síntomas de la arterioesclerosis?
Estos dependen del órgano que esté afectado. Se sabe que el corazón y el cerebro son los que más oxígeno requieren y, por lo tanto, los que más temprano manifiestan síntomas. Cuando esto ocurre en el corazón se está en presencia de un síndrome coronario, que se presenta con dolor en el pecho, fatiga excesiva durante el ejercicio, náusea, sudoración y caída brusca de la tensión arterial; la complicación más severa es el infarto.
Si el problema se presenta en el cerebro, se puede obstruir la irrigación sanguínea hacia un área de este órgano; los síntomas dependen del área afectada: puede haber alteraciones en la sensibilidad, en el movimiento o en algún órgano de los sentidos. La complicación más severa es la muerte por infarto cerebral.
¿Cuáles son los factores de riesgo?
El consumo de cigarrillo, la tensión arterial elevada, el sedentarismo, el estrés, la diabetes, el aumento de los niveles de colesterol malo (LDL) y los triglicéridos en la sangre y la herencia.
¿Qué exámenes hay para saber si las arterias del corazón están afectadas?
Primero es necesario identificar que síntomas como dolor opresivo en el pecho, en la parte alta del abdomen y la sensación de falta de aire se presentan cuando se incrementa la necesidad de oxígeno del cuerpo, como cuando se hace ejercicio.
En este caso se solicitan exámenes de sangre para medir las grasas y el azúcar, se puede ordenar un electrocardiograma, también una prueba de esfuerzo (un electrocardiograma tomado mientras la persona se ejercita, para mirar cambios). Si los síntomas son severos y hay sospechas altas de daño de las arterias coronarias, se hace una arteriografía coronaria.
¿Cómo se trata una coronaria tapada?
Hasta hace 30 años la única forma de devolver la irrigación sanguínea perdida en el corazón por una arteria coronaria tapada, era hacer una cirugía de puentes coronarios, para sobrepasar el sitio obstruido.
Aunque este tratamiento sigue existiendo, en las últimas décadas se han desarrollado técnicas conducentes a aumentar le diámetro de las arterias afectadas.
Para lograrlo se inserta un balón microscópico, a través de un cateterismo, que se infla para aumentar la luz; luego se inserta un aditamento tubular metálico, llamado stent, que actúa como sostén dentro de la arteria, para evitar que vuelva a cerrarse.
Como el stent es un cuerpo extraño, puede favorecer la formación de trombos. Por eso el paciente debe tomar medicamentos para bloquear esta reacción.
Éste también puede producir inflamación y cicatrices que reobstruyen las arterias, provocando de nuevo los síntomas. Esto hizo que se crearan los llamados stents medicados, cuya estructura metálica tiene sustancias que bloquean estas reacciones.
Este procedimiento se lleva a cabo como tratamiento de elección durante las primeras horas del infarto agudo, cuando se tiene la certeza de que la arteria está tapada por una placa arterioesclerótica.
Ha demostrado ser la forma más efectiva para disminuir la mortalidad, el tamaño del área afectada, las complicaciones, el tiempo de hospitalización, los costos y la rehabilitación de la persona enferma. Hay que aclarar que estos son tratamientos paliativos de una enfermedad generalizada que lo mejor es evitar, controlando los factores de riesgo.
¿Qué es un cateterismo?
Es un examen diagnóstico para mirar el estado de las arterias. El más conocido es la arteriografía coronaria o cateterismo, que es practicado por un cardiólogo hemodinamista. Esto se hace insertando un tubo diminuto (catéter) a través de una arteria grande, por lo general en la ingle, que avanza hacia arriba buscando el corazón. Luego se entra a la aorta y cuando el catéter llega al sitio donde nacen las arterias coronarias, se inyecta un medio de contraste que se mezcla con la sangre. Con rayos X emitidos por el cineangiógrafo es posible ver el interior de las arterias y detectar los sitios de obstrucción causados por la arterioesclerosis.
El cateterismo es el que determina con certeza el nivel de obstrucción de las arterias y proporciona la base para determinar la severidad de la enfermedad, su extensión y posible tratamiento.
También establece la necesidad de controlar los factores de riesgo de arterioesclerosis coronaria, como el sobrepeso, el sedentarismo, los niveles de colesterol, la hipertensión, la diabetes y el estrés. De no hacerlo, la enfermedad sigue su curso. Es importante consultar con el médico en forma periódica. (El Tiempo)

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