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CAUSA ABIERTA

El surf, una nueva libertad para los discapacitados de Río de Janeiro

El surf, una nueva libertad para los discapacitados de Río de Janeiro

Con una silueta atlética visto desde lejos, entre dos olas, Henrique Saraiva, de 30 años, luce como un perfecto surfista: tez bronceada, mechones dorados por el sol, músculos y por supuesto, destreza. Algo difícil de creer, tras ver que sobre tierra firme Henrique apenas puede caminar. Hace doce años, Henrique fue víctima de una agresión como tantas que hay en Rio. Llegó al hospital con un bala en la columna y los miembros inferiores paralizados. Los médicos dudaban de que pudiera volver a caminar. Sin embargo, el joven de ojos soñadores asistió a sesiones de rehabilitación y logró cambiar la silla de ruedas por muletas.
Pero eso no le alcanzó: "Tenía 18 años y extrañaba ferozmente el deporte", cuenta Henrique. Un amigo lo convenció de practicar 'kneeboard surfing' ('surf con las rodillas'). Fue una revelación: él, que no quería ir más a la playa a causa de las miradas de los demás, recuperó su confianza practicando surf.
Inspirado en esta experiencia, el joven, junto a sus amigos Luiz Phelipe y Luana Nobre, creó en 2007 la asociación Adaptsurf. El objetivo es promover un surf adaptado a personas discapacitadas y luchar para facilitarles el acceso a las playas.
"Damos clases de surf gratis y las adaptamos a cada alumno según su discapacidad", explica Luana, profesora de educación física de la ONG.
Para Luiz Phelipe, presidente y fisioterapeuta de la asociación, los beneficios están claros: "El surf adaptado favorece al equilibrio interno y externo de la persona, ayuda al desarrollo cardio-respiratorio... sin contar todos los beneficios sociales".
El mismo sentimiento tienen Daniela, ciega, y André, quien quedó parapléjico tras un accidente de moto. Los dos son asiduos del Adaptsurf. "Antes no me animaba a entrar al mar", cuenta Daniela, de 28 años. "No quería ser una carga para mi familia, así que me quedaba en casa frente a mi computadora".
Gracias a los voluntarios de la ONG y al surf, Daniela aprendió a superar sus miedos. "Hoy me siento más libre, más abierta, tengo menos miedo de hablarle a la gente. En el agua somos todos iguales", concluye antes de seguir a Luiz Phelipe, que empuja la silla de ruedas de André hacia el mar.
Una silla de ruedas muy particular que ha captado la atención de toda la playa. Equipada con ruedas enormes capaces de soportar 120 kilos y de adaptarse a todas las superficies, esta silla anfibia le permite a André entrar completamente al agua para subirse luego, a horcajadas, sobre una tabla.
"Durante seis años no puse nunca los pies en el océano: no existía una estructura que me permitiera hacerlo", confía André, contento por el cambio.
"Pero creo que las cosas evolucionarán más rápido ahora, con los Juegos Olímpicos y paralímpicos de 2016 en Rio. Claro que esto no quiere decir que hay que quedarse sin hacer nada a la espera de que lleguen los cambios: ¡debemos seguir luchando por los discapacitados y por la accesibilidad para todos en todas partes!
En Rio, donde aún queda todo o casi todo por hacer por la accesibilidad de los discapacitados, Henrique y sus amigos planean hacer surf sobre la ola olímpica para cambiar las cosas.

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