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CAUSA ABIERTA

Arde Troya cuando dueño de hotel de EEUU prohíbe el español

Arde Troya cuando dueño de hotel de EEUU prohíbe el español

Larry Whitten llegó a este rincón del norte de Nuevo México en julio decido a revivir un hotel venido a menos usando las misas fórmulas que tanto resultado de dieron en el pasado. Lo primero que hizo este enérgico ex marine fue fijar nuevas reglas, incluida la prohibición de que los empleados hispanos hablasen en español en su presencia, porque pensaba que hablaban mal de él. También les dijo a varios que adoptasen nombres en inglés.
Martín pasaría a llamarse Martin (con acento en la a). Marcos sería Mark.
En el pasado Whitten reflotó otros hoteles con medidas de este tipo. Este texano de 63 años, no obstante, no estaba preparado para lo que le esperaba en Taos.
Sus normas y el despido de varios empleados hispanos causó tremendo malestar en esta localidad bastante liberal de 5.000 residentes al pie de las montañas Sangre de Cristo, donde abundan las personas anticonvencionales y hay una gran tradición hispana, con una fuerte presencia del español.
"Me encontré con un campo minado de anglos contra hispanos, contra mexicanos, contra los indios y así. Yo simplemente hago lo que siempre hice", declaró Whitten.
Los empleados despedidos, sus parientes y algunos residentes hicieron protestas frente al hotel.
"Considero que es un racista, con un racismo derivado de la ignorancia", afirmó Juanito Burns Jr., quien se presentó como el primer ministro de una agrupación llamada Los Brown Berets de Nuevo México.
Whitten lleva 40 años en este negocio y revivió más de 20 hoteles en Texas, Oklahoma, Florida y Carolina del Sur. Originario de Virginia, se instaló hace tiempo con su esposa en Texas. Vino a Taos procedente de Abilene. La primera vez que visitó Taos, quedó encantado con su belleza. Al ver que el hotel Paragon Inn estaba en venta, no lo pensó dos veces.
El hotel, con una construcción tradicional al estilo de las casonas de adobe, se encuentra en el Paseo del Pueblo, en el que abundan edificios viejos. Por la calle de dos carriles se pasean autos inmaculados, con chasis bajos. Una tarde reciente, una mujer de cabello rubio estilo rasta conducía una bicicleta de llanta ancha por la acera. En sus espaldas tenía anchas alas de mariposa color púrpura.
La comunidad incluye al Taos Pueblo, una tribu indígena que vive allí desde hace mil años, y una iglesia católica de adobe que inspiró un cuadro de Georgia O'Keeffe.
A su llegada, Whitten se reunió con los empleados. Dice que de inmediato percibió que su estilo no caía bien y se preocupó de lo que pudiesen decir de él en español.
"Pedí que en mi presencia hablasen inglés porque no entiendo el español", expresó Whitten. "Llevo 24 años trabajando en Texas y he estado en contacto con muchos hispanos. Nunca tuve que pedirle a nadie que hablase inglés delante mío porque nunca tuve razones para hacerlo".
Whitten dijo que despidió a algunos empleados porque eran hostiles e insubordinados, y hablaban de él peyorativamente.
Entre los despedidos figuró la administradora del hotel, Kathy Archuleta, quien afirma que los trabajadores trataron de adaptarse al nuevo estilo. "Hubo cuatro o cinco cambios de propietario antes que él, de modo que sabíamos cómo manejarnos", manifestó Archuleta. "Les dije (a los empleados) que le diésemos una oportunidad".
En determinado momento Whitten le dijo a algunos empleados que se cambiasen su nombre de pila. Indicó que en todos sus hoteles el personal de la recepción y todo aquel que lidie directamente con los clientes tiene que tener nombres fáciles de entender y de pronunciar para un angloparlante.
"No tiene nada que ver con racismo. Lo hago únicamente para conveniencia de los clientes, porque llama gente de todos los rincones del país que no distingue los acentos del español ni entiende la cultura hispana", sostuvo.
Martín Gutiérrez, otro empleado despedido, dice que Whitten le faltó el respeto cuando le dijo que pronunciase su nombre en inglés. Relató que le dijo al empresario que en Nuevo México se habló español antes que inglés. "Me contestó que no le interesaba lo que yo pensase porque ése era su negocio", aseguró Gutiérrez.
"No tengo por qué cambiar mi nombre, ni mi idioma ni mi herencia", agregó. "Hago mi trabajo siendo como soy".
Después de los despidos, la sucursal de Nuevo México de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC, según las siglas en inglés), una agrupación nacional que vela por los derechos civiles, le envió a Whitten una carta en la que le planteaba su preocupación por su trato a los empleados hispanos. Whitten afirma que le respondió a LULA diciendo que esos empleados usaban un insulto racial para referirse a él.
Whitten hizo declaraciones a medios locales que caldearon más los ánimos. Afirmó, por ejemplo, que la gente del pueblo eran "montañeros", "marihuaneros que le dieron la espalda a la sociedad".
El alcalde de Taos Darren Córdova considera que Whitten no hizo nada ilegal, pero que debió haberse familiarizado mejor con las costumbres de la zona antes de invertir 2 millones de dólares en el hotel. "Tao es un sitio único, donde no se pueden hacer algunas cosas que sí se pueden hacer en otros sitios", manifestó.
Whitten se mostró cada vez más apagado a medida que avanzaba una entrevista de dos horas con la AP. Dijo que lamentaba los malos entendidos y que nunca quiso ofender a los hispanos.
"Un empresario tendría que ser muy bobo o un idiota para orquestar una locura como esta, que me costó tanto tiempo, dinero y dolores de cabeza", manifestó.
Whitten debió haber actuado de otra forma en un pueblo con mayoría hispana, sostuvo el artista local Ken O'Neil, de 71 años, mientras tomaba un café en la histórica plaza central.
"No puede venir con esas exigencias", acotó. "Aquí no ganó nadie. No es cuestión de ganar o perder. A veces, lo importante es lo que uno aprende" de una situación. (Vista de Taos)

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