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CAUSA ABIERTA

Fútbol sin fe, religión sin Dios

Fútbol sin fe, religión sin Dios

"Yo no me voy a ningún lado", dijo Diego Maradona ante una tropa de periodistas reunidos en Asunción del Paraguay, visiblemente abatido, desganado de a ratos, desafiante al final…
El ex astro del fútbol argentino quizás haya echado de menos los días en que se sentaba allí, a la mesa de análisis post-partido, para dar detalles de sus jugadas magistrales o contar cómo estaba el ánimo de la escuadra que él lideraba, con banda de capitán al brazo y goles para la historia.
Ahora, en su rol de técnico de la selección nacional, Maradona vive horas críticas, después de que la derrota ante Paraguay por 0-1, el miércoles, desplomara a Argentina al quinto puesto en las eliminatorias sudamericanas para Sudáfrica 2010.
La mesa de prensa fue más bien un banquillo para un técnico acusado de un crimen que, en Argentina, es casi imperdonable: dejar a la escuadra albiceleste fuera de un Mundial por primera vez desde 1970.
"No le tengo miedo a nadie. Hago mi trabajo y voy a seguir para delante, me critique quien me critique", declaró el técnico, con el tono provocativo que a menudo tiñe sus declaraciones.
Y es que Maradona sabe de confrontaciones y reclamos: su ajetreada historia personal y futbolística lo ha dejado muchas veces en el ojo de la tormenta, a merced de las voces críticas de colegas, dirigentes y reporteros.
Pero, esta vez, lo que está en juego es mucho más: es el apoyo de una afición entera.
Hinchas confundidos por un esquema de juego que no permite defender la estirpe futbolera de la que se jacta esta nación. Aficionados decepcionados por un equipo de grandes estrellas internacionales que, con la camiseta albiceleste encima, se olvidan de regalar goles. Empresarios y dirigentes temerosos porque, al fin de cuentas, el fútbol es un negocio y quedar fuera de Sudáfrica 2010 es mucho más que una cuestión de honor.
Paraguay tuvo su día de asueto nacional, decretado por el presidente Fernando Lugo, para dar rienda suelta a la alegría premundialista.
"Nada pudieron hacer las 'estrellas' del conjunto dirigido por Diego Maradona", celebró el matutino ABC. "A Argentina que le salve su 'Dios'", desafió el Diario Popular paraguayo.
En Argentina, los místicos y fanáticos parecen haber destronado al "Dios" de su panteón. De profetas, nada: los hombres pasan, y aquí la única religión es el fútbol.
"Este era un final anunciado. Los hinchas finalmente van a separar al Maradona-jugador del resto de su persona. Hasta ahora, se le disculpaba todo por las alegrías que había generado con su fútbol. Ahora habrá una actitud más racional ante lo innegable: como jugador, Diego puede ser el mejor de la historia, pero como técnico deja mucho que desear", dijo a BBC Mundo el sociólogo Sergio Levinsky, autor del libro "Maradona: rebelde con causa".
Las encuestas publicadas por los principales periódicos del país dejaron en evidencia que esa diferencia ya se ha hecho carne en la afición: de unos 15 mil participantes, el 70% opinó que Diego debe buscar otros rumbos.
Aunque quizás sea tarde: el escepticismo argentino ya anticipó que la selección verá el mundial desde casa.
"El 80% cree que no vamos a ir al Mundial. Más o menos como el 72% que creía que (el ministro de Economía, Domingo) Cavallo era una buena designación en marzo del 200. Los mismos que en diciembre le golpeaban las cacerolas, bah", comparó el analista Lucas Llach, en su blog "La ciencia maldita".
Por estos días, en Argentina el fútbol es una religión sin dios… y sin fe.
Poco duró el entusiasmo en la "era maradoniana", iniciado con un debut lucido en el amistoso ante Escocia, en noviembre de 2008, y las victorias ante Francia y Venezuela.
Y después llegaron cuatro caídas en los cinco partidos de las eliminatorias bajo su supervisión. La derrota por 6-1 ante Bolivia fue quizás la que marcó el principio del fin. Luego siguieron Ecuador, Brasil y Paraguay.
Maradona no buscó culpables, pero siempre halló excusas: que el delantero Lionel Messi estuvo muy marcado, que no los favoreció jugar en la altura del Altiplano, que su equipo tuvo el dominio pero le faltó el gol.
Y los aficionados no entienden de excusas. Critican a un técnico desorientado, que convocó a 32 jugadores y no dio continuidad a ninguno. Cuestionan su esquema de juego, más por carencia que por imperfección. Reniegan de que haya que apelar a las especulaciones matemáticas, al golpe de suerte, al cabezazo salvador para que el octavo equipo del mundo, según el ranking de los mejores de la Federación Internacional del Fútbol Asociado, pueda colarse en un Mundial.
Muchos, sin embargo, señalan que todos los defectos que afloran ahora podían intuirse antes de su designación.
Maradona tiene un historial dudoso como técnico en equipos locales (con una eficacia del 17%, según las estadísticas) y, según confirman en su entorno, descree del trabajo planificado y la charla táctica. Muchos cuestionan la elección de sus colaboradores y las pocas horas de entrenamiento a las que ha sometido a la escuadra. Otros alientan los rumores que hablan de desavenencias con el cuerpo técnico y rencillas entre jugadores.
"Esto lo vamos a tratar entre cuatro paredes", responde, tajante, el técnico en desgracia, cuando alguien se atreve a cuestionarlo.
Ahora bien, los análisis más fríos y mesurados señalan que no puede achacársele al DT todas las culpas.
"La decisión última sobre Maradona es del cuerpo dirigencial de la AFA (Asociación del Fútbol Argentino), que decidió darle un cargo para el que no estaba preparado. Hubo un lobby que buscó que se contratara a alguien del equipo campeón de México 86, y Maradona mismo hizo lobby para conseguirlo. Fue hecho con gran irresponsabilidad", opinó Sergio Levinsky, en diálogo con BBC Mundo.
Muchos intentan anticipar cuál será la movida urgente de Julio Grondona para apaciguar a la afición. Resulta poco probable que el presidente de la AFA, que jamás ha pedido la renuncia a un técnico nacional en los 30 años que lleva en su cargo, vaya a acorralar al ex Diez. Pero los expertos indican que hay señales de erosión, gestos sutiles y quién sabe cuántas conversaciones a puertas cerradas para que el astro en desgracia se vaya por sus propios medios.
Argentina está hoy en zona de repechaje y dependerá de que Ecuador resigne puntos en las próximas jornadas para conseguir boleto al Mundial.
Maradona ya tiene la mirada puesta en el próximo rival, Perú. Y desafía, como lo hizo siempre, a cualquier crítico que se le plante enfrente: "Mientras tenga una gota de sangre –dice- voy a luchar para que Argentina clasifique".

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