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CAUSA ABIERTA

China hace limpieza en Hangzhou antes del G20 y la convierte en una ciudad fantasma

China hace limpieza en Hangzhou antes del G20 y la convierte en una ciudad fantasma

Una metrópolis vaciada de un cuarto de sus habitantes, fábricas paradas para garantizar un cielo azul y comercios cerrados a orillas del lago del Oeste, donde China quiere hacer del G20 de Hangzhou un escaparate de su desarrollo.

Obsesionados por dar una imagen de orden y modernidad, las autoridades no escatiman esfuerzos, desde multas por tender la ropa en las ventanas hasta el desplazamiento forzoso de posibles manifestantes. La reunión de dirigentes del G20 el sábado y el domingo en Hangzhou, en el este del país, está cuidadosamente orquestada pero lejos de la población local.

De los 9 millones de residentes que tiene el municipio, más de 2 millones tuvieron que abandonar la ciudad antes de la cumbre, según medios estatales. Se ordenó a las empresas que dieran a sus empleados una semana de vacaciones pagadas y las sociedades públicas ofrecen excursiones gratuitas.

Cientos de miles de trabajadores migrantes también fueron obligados a dejar la localidad. "Muchos han tenido que volver a sus casas. Si no cierras tu casa, te imponen una multa o algo peor", dijo suspirando Hou, gerente de un sex-shop.

Las obras fueron suspendidas y, para impedir que una capa de contaminación ensombrezca el G20, las fábricas tuvieron que cerrar durante 12 días en un radio de 300 kilómetros. Incluso en Shanghái, que se encuentra a 200 kilómetros, 250 fábricas suspendieron su actividad.

- Prohibido tender la ropa en la calle -

"Muchas fábricas pierden muchísimo dinero", lamentó una empleada de un fabricante de calcetines. "¡Por una cumbre de sólo dos días! ¿Es una cuestión de imagen?".

Hangzhou, descrita en el siglo XIII por Marco Polo como la "más bella y elegante ciudad del globo", ha inspirado los artistas chinos por la belleza de su inmenso lago del Oeste.

Sin embargo, esta zona turística está ahora vigilada de cerca por la policía. Los agentes en uniforme bloquean el más mínimo callejón, registrando a los transeúntes y obligando a todo el que quiera acercarse al agua a pasar por un arco de rayos X.

"La policía controla los carnés de identidad en el metro. Por encima de las calles, los helicópteros patrullan permanentemente, tenemos la impresión de estar en guerra", se quejó un empleado de una firma de informática.

Por todas partes hay afiches y estandartes invitando a "apoyar el G20" y comportarse como "ciudadanos civilizados". Carteles en los complejos residenciales advierten que están prohibidos los drones y los fuegos artificiales.

"Está prohibido tender la ropa en los balcones", recuerda un cartel, avisando de que la multa por infringir la norma es de 1.000 yuanes (134 euros). "Es porque vienen extranjeros a la ciudad", explicó un guardia.

Una campaña destinada a impedir que un solo "grano de arroz nocivo [para la salud] entre en Hangzhou" provocó una limitación de la oferta y un aumento de los precios.

- 'Vacaciones' forzadas -

Con el fin de endurecer su seguridad, algunos hoteles confirmaron a la AFP que rechazaron la llegada de visitantes de Xinjiang, una región del noroeste del país agitada por la violencia y en la que los uigures, musulmanes turcófonos, forman la principal etnia.

Para evitar las manifestaciones que suelen acompañar a las cumbres del G20, las autoridades alejaron a decenas de militantes. "Conozco más de 100 casos de personas que fueron detenidas" antes de la cumbre, informó Huang Qi, director de una página web que hace recuentos de las manifestaciones del país.

Incluso Li Huachen, un habitante de Chengdu (suroeste) que protesta por la demolición abusiva de su domicilio, fue "desplazado". "¡Llaman a esto vacaciones! En realidad, es una restricción de mi libertad. Tenían miedo de que fuera a Hangzhou", declaró a la AFP.

ONG especializadas en el desarrollo en la transparencia financiera, que suelen ser muy activas por las cumbres del G20, no estarán presentes en Hangzhou. Algunas intentaron acreditarse pero no recibieron luz verde de Pekín.
AFP

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