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CAUSA ABIERTA

Graban las primeras imágenes de los “besos” de los corales

Graban las primeras imágenes de los “besos” de los corales

Los arrecifes de coral pueden llegar a extenderse miles de kilómetros y la fotogénica variedad de animales que los utilizan como vivienda resulta obvia a simple vista. Pero los arrecifes están formados por diminutos pólipos de coral: animales con tentáculos que tienen la apariencia de anémonas marinas y registran un tamaño de escasos milímetros.

Los microbios de los que dependen, incluyendo las algas que les proporcionan energía y bacterias y virus que cubren su superficie son todavía más pequeños. Así que para entender cómo funcionan los arrecifes realmente, es necesario mirar más de cerca.

Por eso Andrew Mullen y Tali Treibitz, de la Universidad de California San Diego, han creado un microscopio submarino que, por primera vez, permite que los buceadores puedan hacer zoom sobre los corales en estado salvaje. Lo han bautizado como “Benthic Underwater Microscope” o BUM.

Utilizando el BUM, el equipo ha podido observar una parte de los corales que nunca antes había sido documentada. Colocaron el microscopio en un arrecife en el mar Rojo y lo dejaron encendido durante toda la noche. Cuando vieron la grabación al día siguiente, pudieron ver cómo los pólipos que estaban unos junto a otros se inclinaban de forma periódica y juntaban sus bocas.

Este fenómeno lo denominaron “ el beso de los pólipos” y sospechan que de esta forma los corales están intercambiando alimento o nutrientes, por la razón que sea. “Definitivamente somos los primeros en observar esto”, afirma Mullen.

El nuevo microscopio cuenta con una cámara, lentes y seis luces LED que actúan como flashes, todo esto dentro de un cilindro del tamaño del antebrazo y controlado por un ordenador submarino. Las lentes funcionan más o menos como el ojo humano: son una membrana flexible rodeada de fluido. Cambiando la presión en el fluido, se puede ajustar rápidamente la forma de la membrana y así también ajustar la profundidad a la que está enfocando.

Normalmente, los científicos toman muestras de coral y las llevan a sus laboratorios, donde las observan bajo un microscopio. En estos viajes, estas frágiles criaturas corren el riesgo de resultar dañadas, y en los laboratorios no se puede replicar del todo el complejo medio oceánico, que se encuentra en cambio constante.

El BUM puede observar objetos desde una distancia de solamente un par de micrómetros (la millonésima parte de un metro), lo que significa que los científicos pueden obtener fácilmente instantáneas de los pólipos de coral, así como de las células de algas de las que dependen.  

Mullen y Treibitz también han programado las lentes para que trabajen a una distancia segura, para poder situar el BUM a una distancia de hasta 6 centímetros de un coral. “Si vamos a realizar este enorme esfuerzo para observar criaturas como estas en el océano, no queremos molestarlas”, explica Mullen.

También han observado otras muestras de comportamiento coordinado entre los corales. Aunque estos animales también consiguen gran parte de su alimento gracias a las algas, también son depredadores y pueden capturar plancton utilizando células punzantes venenosas. Mullen y Treibitz descubrieron que si un pólipo capturaba demasiado plancton, normalmente entrelazaba sus tentáculos con los de los pólipos vecinos, cooperando así para digerir a su presa.

Guerra y paz en los arrecifes

Aun así, no todo es paz y armonía en el arrecife. Cuando movieron unas colonias de coral junto a otras, Mullen y Treibitz utilizaron el BUM para ver cómo luchaban. Si especies diferentes acaban siendo vecinas, elaboran redes blancas, unos “ filamentos mesentéricos” que en realidad forman parte de sus sistemas digestivos y están cargados con células punzantes. Es decir, que los corales atacan a sus rivales arrojando sus entrañas sobre estos, una guerra que los los investigadores y los fans de los corales conocen muy bien.

Pero con el BUM, “ podemos comenzar a ver detalles a escalas más precisas, así como el comportamiento de los pólipos de forma individual”, explica Mullen.
National Geographic

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