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CAUSA ABIERTA

Chile echó de la cancha a miles de hinchas mexicanos

Chile echó de la cancha a miles de hinchas mexicanos

El equipo de Pizzi fue arrollador y aplastó técnicamente, anímicamente y estratégicamente a México. La Roja jugó tan bien que es recontra candidato.

Faltan treinta minutos para que el partido se acabe, pero lo que era verde, ahora, es butaca roja, vacía, como si en el Levi's Stadium no se estuviera jugando un partido. Los que pagaron la reventa 200 dólares un ratos antes de que arrancara el encuentro, desesperados, porque sabían que iban a ser 65 mil mexicanos alentando por su selección. Los que treparon por la Costa Oeste con tal de ver a su equipo campeón, ahora, se chocan con una realidad solamente comparable con el 7-1 de Alemania a Brasil: porque lo que tiene delante, de principio a fin, es aplastante.

Chile es abrumador. Su partido es tan bueno que tiene demasiadas maneras de explicarse. Su tardenoche es del Barcelona de Pep Guardiola. Los tres mediocampistas tienen una noche ideal. Casi no erran pases. "Cada pase que erro es un pase que, en la jugada siguiente, intento volver a dar", decía Marcelo Díaz, el día anterior, en la conferencia de prensa. No hay dudas: la revancha tiene una sociedad con los valientes y Díaz, la gran figura de la noche, más allá de un nivel marciano de Alexis Sánchez y de Eduardo Vargas, acierta todo. Porque lo de La Roja es un combo: técnica, voluntades y una enormidad intelectural para pasar por arriba a México.

Hay pocos chilenos en la cancha, pero la alegría es tan grande que gritan ole y ole y ole y se escucha desde San Diego a Seattle por toda la costa. El equipo de Juan Antonio Pizzi aplasta estratégicamente: en dos equipos tácticamente parecidos, parados en un 4-3-3 contra 4-3-3, saca diferencia, desde el comienzo, desde un detalle mínimo pero determinante: José Fuenzalida, lateral por derecha, genera superioridad numérica al pasar y al tener de cómplice a Jésus Corona, que no retorna a marcarlo. Vidal, Díaz y Aránguiz tienen una noche extraordinaria como lanzadores y eso se aprovecha magníficamente: Edson Puch, por derecha, y Alexis Sánchez, por izquierda, hacen estragos a la décil defensa mexicana que no sabe para donde ir.

Las sillas cada vez están más vacías. Alexis es un malabarista con la pelota. Está feliz en la cancha. Los espacios le aparecen, los compañeros lo buscan y él lo explota todo. Quedan veinte minutos para que termine el partido y el baile es descomunal. Chile da la sensación en la cancha de que podría hacer mil goles más. Pero no sólo porque el rival está desmoronado sino porque, de principio a fin, su entendimiento de qué hacer es impresionante. Como un globo: se achica y se abre, toca de adentro hacia afuera, cierra y amplía, México se hunde en los verbos y en el festival que tiene delante. La Roja, sin dudas, pisa fuerte: en Estados Unidos, ya defiende el título.
Goal.com

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