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CAUSA ABIERTA

Entrenamiento autógeno, la receta para ser feliz

Entrenamiento autógeno, la receta para ser feliz

El neurólogo alemán Johannes Schultz llamó entrenamiento autógeno a un método clínico de meditación e inducción de estados ampliados de conciencia, mediante la práctica regular de ejercicios para desac­tivar experiencias traumáticas. Corría el año 1927.

Su discípulo Wolf­gang Luthe amplió conceptos como las descargas autógenas, manifestaciones motoras, sensoriales o físicas –tos, llanto, recuerdos, espasmos musculares, picor, calor– que aparecen durante el estado de relajación y ayudan a eliminar la tensión psíquica.

A final de los 70, el psiquiatra Luis de Rivera introdujo en España esta técnica eficaz para tratar trastornos psicosomáticos, ansiedad, neurosis traumática y otros síndromes asociados al estrés. Los requisitos para practicar esta psicoterapia son ser médico o psicólogo certificado por la International Society of Autogenic Training and Psychotherapy. Hablamos con Luis de Rivera.

¿Cuál es el fin de la terapia? Desbloquear el propio potencial y llegar al desarrollo óptimo que habría sido posible si hubiéramos recibido en la vida todo el apoyo y la nutrición necesarios y no hubiéramos sufrido traumas de estrés insoportable. Tiene que ver con desarrollar la capacidad de afecto y de creatividad y con desinhibir rasgos positivos de la personalidad bloqueados con la educación y por vicisitudes de la vida.

¿En qué casos funciona? ¡En todos! El nivel básico funciona muy bien para la ansiedad y el estrés patológico. Es muy útil en trastornos psicosomáticos que afectan al 50 % de la población, como el colon irritable y el bruxismo, y en enfermedades más graves de componente psicosomático, caso de la hipertensión, el asma y el reumatismo poliarticular.

Los niveles avanzados se recomiendan para tratar trastornos depresivos secundarios de procesos de duelo no digerido, que son muy frecuentes y responden mal a los psicofármacos. Los métodos autógenos avanzados ayudan a desbloquear y superar esa pérdida. También son eficaces en los trastornos de la personalidad.

¿Funciona con la esquizofrenia o el trastorno bipolar? Por sí solo, no. Suele necesitar tratamiento farmacológico. Pero ayuda a mejorar la calidad de vida de estos pacientes y a reducir las recaídas desencadenadas por situaciones de estrés.

¿Cuándo está contraindicado? Con personas que no cooperan. El primer paso es tomar conciencia de que cada uno es el único responsable de su salud y su vida. El método solo sirve para gente que ha comprendido esto, no para quien pone fuera de sí la causa de sus males y, por tanto, las soluciones.

¿En qué consiste el entrenamiento autógeno? Es una forma de  concentración mental que produce un estado especial de conciencia que mejora la autorregulación, la aceptación y el desarrollo personal. Esta técnica activa las regiones cerebrales que contrarrestan los efectos del estrés.

Produce cambios biológicos –relajación muscular, bajada de la tensión y del cortisol, aumento de la oxitocina– contrarios a los causados por el estrés. A nivel psicológico, ayuda a mantener la calma, a expresar sentimientos positivos, como el amor, y a controlar emociones negativas, caso de la rabia y el miedo.

¿Cómo es una sesión típica? Primero se estudia la historia clínica para entender el problema y diseñar los objetivos. Luego empieza el aprendizaje del método, que suele llevar diez sesiones. Algunos ya no necesitan más apoyo y pueden seguir el entrenamiento solos.

Pero muchos abandonan por resistencia inconsciente al cambio, y necesitan un apoyo más continuado. Es frecuente, al profundizar en el mundo interno, encontrarse con traumas o sentimientos insoportables que requieren complementar el entrenamiento básico con los métodos avanzados.

¿Cuál es el papel del paciente en la terapia? Fundamental: la terapia la hace él. El terapeuta actúa como instructor, le enseña y supervisa la técnica; le apoya y acompaña en el momento en que revive el acontecimiento traumático.

¿Es una forma de relajación? Mucho más. No se trata solo de relajar cuerpo y mente ni de concentrarse en la sensación de bienes­tar. Se centra en ponerse en contacto con uno mismo, en activar el estado de calma y autorregulación para digerir y neutralizar experiencias no superadas. Es como echarse colirio: normalmente cierras el ojo; hace falta práctica para no cerrarlo. Te enseña a mantenerte en estado de aceptación, aunque sea duro revivir una emoción dolorosa. El estado autógeno permite sobrellevarlo.

¿Y qué tiene de especial revivirlas con este método? Todo trauma que se revive en situación de estrés, se agrava, empeora. Pero en estado autógeno, de calma, va perdiendo fuerza y curándose.

¿Cuál es la duración aconsejada del tratamiento? Debe hacerse todos los días, tres veces de quince minutos, durante seis meses al menos. Los beneficios empiezan a notarse los primeros días. Pero al cabo de medio año es cuando aparecen cambios neurobiológicos estructurales: mejora la conexión entre hemisferios y en el sistema límbico y aumenta la actividad de la zona de la calma en el hipotálamo.

¿Es usted feliz? Sí. Una forma buena de ser feliz es no ser desgraciado; para eso tienes que dar poca importancia a tus desgracias. Si las ves como una molestia menor e inevitable, eres más feliz.

¿Le ha ayudado esta terapia a aceptarse y a estar en paz consigo? Sí. Ha sido lo único que me ha ayudado.
Muy Interesante.

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