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CAUSA ABIERTA

Gana popularidad ropa a prueba de balas

Gana popularidad ropa a prueba de balas

Hace un calor infernal en la Florida, pero Jorge Cárdenas usa un suéter con cierre y capucha cuando va a reponer dinero en su cadena de cajeros automáticos.
La chaqueta tipo hip-hop cuesta 1.000 dólares y es un tanto gruesa, pero es cómoda y luce bien. Además, cumple también la función de chaleco antibalas. "La idea es pasar inadvertido", expresó Cárdenas.
Las personas con ocupaciones riesgosas tienen ahora la posibilidad de lucir prendas que parecen normales y no llaman la atención como los típicos chalecos antibalas de la policía, pero les dan cierta seguridad. Son fabricadas generalmente por diseñadores extranjeros que no hacen mucha publicidad. No mucha gente sabe que existen, incluso entre los sectores acaudalados que serían los más interesados en adquirirlas.
"Uno se entera cuando alguien se lo comenta", expresó John Sexton, de la firma de Fairfax, Virginia, especializada en cuestiones de seguridad Sexton Executive Security. Dijo que la mayoría de sus clientes de Estados Unidos no piden ropa protectora. "Muy pocas empresas toman previsiones de este tipo", manifestó.
Hay que aclarar que ninguna prenda es a prueba de todo tipo de balas. Por cada prenda protectora, hay un arma cuyas balas pueden penetrarla.
Pero sí hay ropa que ofrece distintos grados de protección y repele desde ataques con armas de bajo calibre hasta disparos de rifles potentes. Los precios van de menos de 1.000 dólares por una camisa sencilla que repele balas de revólver hasta varios miles de dólares por vistosas chaquetas de cuero que ofrecen la máxima protección.
En Estados Unidos hay un solo diseñador importante de este tipo de indumentarias, Miguel Caballero, un colombiano que el año pasado generó 6,4 millones de dólares en ventas de prendas para civiles a prueba de balas. Eso representó el 40% de sus ingresos totales.
Caballero también fabrica chalecos antibalas tradicionales para la policía y los militares.
La ropa es fabricada en Colombia, aunque se le dan los toques finales en México, donde reside Caballero actualmente. Se usan gruesas fibras sintéticas conocidas como aramids y se emplean varias capas de tejido entrelazado muy estrechamente, que crea una barrera capaz de resistir el impacto de balas. El centro de distribución en Estados Unidos se encuentra en Miami.
Dependiendo del estilo y el nivel de protección, cuestan entre 800 y 14.000 dólares. Una chaqueta de cuero italiana con un nivel de protección mínimo cuesta 5.900 dólares. Las camisetas comunes y corrientes se venden de 4.000 dólares para arriba.
La idea central es que nadie se dé cuenta de que se trata de ropa protectora. Y si bien son un poco más pesadas que las prendas normales, las nuevas tecnologías hacen que sean cada vez más livianas, funcionales y estilizadas.
Esas tecnologías incluyen:
_ Un sistema diseñado para irradiar energía desde el punto del impacto, que reduce la fuerza del disparo.

_ Paneles impermeables que protegen contra la humedad y el calor del cuerpo.

_ Diseños a medida.

_ Una tela que ayuda a regular el calor del cuerpo.
Uno de los mercados más grandes de la empresa es el de México, país sacudido por una ola de violencia relacionada con el narcotráfico. También se vende mucho en la India, Hong Kong, Malasia, Brasil y el resto de Latinoamérica. La línea de ropa protectora se ofrece asimismo en la lujosa tienda Harrods de Londres. Caballero dijo que su clientela incluye a los presidentes de Colombia, Alvaro Uribe, y Guatemala, Alvaro Colom, y al actor de cine Steven Seagal.
Cárdenas compró su suéter con capucha en junio, cuando la policía le dijo que necesitaba protección porque transportaba mucho dinero.
Tiene un nivel de protección 2, lo que implica que resiste el impacto de la mayoría de los revólveres que se usan en la calle, pero no de rifles.
Cárdenas usa el chaleco incluso en los tórridos días de verano de la Florida cuando va a reponer dinero a los cajeros automáticos y dice que no se arrepiente de haber pagado lo que pagó. "¿Cuánto vale la vida de uno?", preguntó.
Robert Oatman, presidente de R.L. Oatman & Associates, otra firma de asuntos de seguridad, está de acuerdo, pero duda de que este tipo de prendas gane popularidad en Estados Unidos. Dice que sus clientes nunca la piden.
"No va a ser fácil venderla. Si resulta peligroso, ¿para qué se mete uno en eso?", comentó.
Caballero, no obstante, sigue adelante y planea incorporar a su colección cashmere y otros tejidos suntuosos, especialmente en la línea de ropa para mujeres. Además está probando prendas que protegerían otras zonas del cuerpo, además del pecho, como las piernas, e indumentarias que protejan contra otro tipo de armas, incluidos puñales.
Caballero se ríe cuando se le pregunta si él usa sus productos.
"Si estoy en un lugar donde me conocen, sí. De lo contrario, no".

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